lunes, 2 de julio de 2007

Cartas, a la desesperación y la vida, que no vengan ni falten...


Todavía está tocando la guitarra, a la que sigue llamando por su nombre, hace tiempo olvidó los placeres estéticos, su enamoramiento por si mismo pasó a segundo plano como si de un burdo matrimonio se tratara, vive apoyado en una botella, duerme de día, vive de noche, colecciona ojeras y está más desordenado que nunca, antiestético. Aún intenta amar y recuerda el amor por las viejas glorias, zafó de muchas cosas que le hacían mal, tantas que ahora debe dejarse hacer y no quiere, luego no se deja.-

Desde hoy prometo solemnemente, rescatarme aunque solo sea para demostrarme que puedo, nunca me pudo una adicción, nunca habrá primera, eso, amigo mío, eso es libertad, chau.-